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[:es]Conocer los datos nos permite reorientar, cuando es necesario, las estrategias. Algo que sirve para quienes gestionan, pero también para cada uno de nosotros. Especialmente si de residuos domésticos se trata. Pues a veces por tradición cultural todavía consideramos cualquier residuo como basura. Dos conceptos casi antagónicos. Pues el residuo puede reutilizarse o, en último término, reciclarse. Mientras que la basura –y aquí también habría que separar la fracción orgánica que puede convertirse en compost– podemos considerarla desecho. Por tanto, la aspiración social debe encaminarse hacia el umbral de basura cero.

Pero mientras, conozcamos cuál fue nuestra bolsa de basura en 2016, según datos de Ecoembes. Según los datos de su informe «El reciclaje en datos» https://www.ecoembes.com/sites/default/files/reciclaje-en-datos-2016.pdf el 37 % de la bolsa era materia orgánica, el 19 % envases comerciales, el 13 % resto de plásticos, metal y PC no envases, el 8 % envases domésticos, el 7% vidrio, el 6 % textil, el 4% celulosas, el 3% madera y escombros y un 3 % otros. Esta distribución es una radiografía bastante aproximada de nuestro modo de vida. Sin embargo, conocemos con ello qué consumimos, pero no cuánto reciclamos individualmente en el hogar. Y en este punto entre el qué y el cuánto es donde se sitúa nuestra capacidad para reorientar la estrategia individual del reciclaje.

Se hace preciso en primer lugar revisar nuestro modelo domiciliario de separación. ¿Segmentamos en nuestra casa, como mínimo, cada una de las fracciones que acabamos de ver? ¿Tenemos otras? Algunos de los residuos ¿podrían ser reutilizados antes de su depósito en el contenedor correspondiente? ¿Tenemos posibilidad como consumidores de dar un nuevo enfoque a nuestra cesta de la compra a partir del uso de residuos?

Probablemente la respuesta a todas estas preguntas nos ofrecería datos más que suficientes para una mejor gestión de los residuos en nuestro propio domicilio y con ello un aporte individual a poner un freno al cambio climático. ¿Es mucho? ¿es poco? Seguramente es el termómetro de nuestro compromiso social.[:va]Conéixer les dades ens permet reorientar, quan cal, les estratègies. Potser això val per als gestors, però també per nosaltres. Especialment quan parlem de residus domèstics. Ara bé, de vegades, per tradició cultural encara considerem qualsevol residu com a brossa. Dos conceptes quasi antagònics. El residu es pot reutilitzar o, en últim terme, reciclar. Mentre que la brossa –i ací també caldria separar la fracció orgànica que pot convertir-se en compost– podem considerar-la deixalla. Per tant, l’aspiració social ha d’encaminar-se cap al llindar de brossa zero.

Però mentrestant, millor conéixer com omplíem la nostra bossa de brossa en 2016. Segons les dades de l’informe d’Ecoembes per a aquest any «El reciclatge en dades» https://www.ecoembes.com/sites/default/files/reciclaje-en-datos-2016.pdf, el 37 % de la bossa era matèria orgànica, el 19 % envasos comercials, el 13 % resta de plàstics, metall i PC no envasos, el 8 % envasos domèstics, el 7% vidre, el 6 % tèxtil, el 4% cel·luloses, el 3% fusta i enderrocs i un 3 % uns altres. Aquesta distribució és una radiografia bastant aproximada de la nostra manera de viure. Ara bé, amb això sabem què consumim, però no quant reciclem individualment a la llar. I en aquest punt entre el què i el quant és on se situa la nostra capacitat per a reorientar l’estratègia individual del reciclatge.

Cal, en primer lloc, revisar el nostre model domiciliari de separació. Segmentem a casa nostra, com a mínim, cadascuna de les fraccions que acabem d’indicar? En tenim més? Alguns dels residus podrien ser reutilitzats abans de fer cap al contenidor corresponent? Tenim possibilitat com a consumidors de reenfocar la nostra cistella de la compra a partir de l’ús que donem als residus?

Probablement la resposta a totes aquestes preguntes ens oferiria dades més que suficients per a una millor gestió dels residus al nostre propi domicili i amb això una aportació individual a posar un fre al canvi climàtic. És molt? és poc? Segurament és el termòmetre del nostre compromís social.[:]

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