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[:es]No lo olvides en casa[:va]No l’oblides a casa[:]

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Con «una rosa es una rosa», de Mecano, se movieron muchos cuerpos y neuronas allá por los años noventa. Uno se plantea, si tales neuronas aún se moverían con los medicamentos caducados. O con aquellos que, aunque no los necesitemos, continúan aposentados en el armarito del baño, en el de la cocina o, en el mejor de los casos, en nuestro botiquín particular.

Un medicamento es un medicamento. Y cada uno, como en la vida, debe ser puesto en su lugar. Los caducados, los que no necesitemos, las cajitas que el amable farmacéutico nos envolvió fino tiento o aquellos envases que durante el resfriado o la jaqueca tienen su espacio reservado en el punto SIGRE de tu farmacia. Porque allí saben cómo tratarlo. Si los guardamos en el laberinto de armarios de nuestra casa las cosas empiezan a ser diferentes. Ya no curan. Empiezan a ser un peligro y por qué no, los armarios son para la ropa, las despensas para la comida –también los frigoríficos– y el botiquín… para primeras curas no para viejunos medicamentos.

La farmacia es su lugar. De allí salen. Y allí llegan los que sobran. Aunque debes tener en cuenta que no es un medicamento una aguja, un termómetro, una gasa, una pila, una radiografia o los productos químicos. Estos tienen otro destino. Así pues, un medicamento es un medicamento. No lo olvides en casa.

[:va]Amb «una rosa es una rosa», de Mecano, es van bellugar molts cossos i neurones als anys noranta. Un es planteja, si aquelles neurones encara es mourien amb els medicaments caducats. O amb aquells que, encara que no els necessitem, continuen allotjats en l’armariet del bany, en el de la cuina o, en el millor dels casos, en la nostra farmaciola particular.

Un medicament és un medicament. I cadascú, com en la vida, s’ha de posar al seu lloc. Els caducats, els que no necessitem, les capsetes que l’amable farmacèutic ens va embolicar amb esme o aquells envasos que durant el refredat o la migranya ens ajudaren, tenen el seu espai reservat en el punt SIGRE de la teua farmàcia. Perquè allí saben com tractar-los. Si els guardem en el laberint d’armaris de la nostra casa les coses comencen a ser diferents. Ja no guareixen. Comencen a ser un perill i per què no, els armaris són per a la roba, els rebosts per al menjar –també els frigorífics– i la farmaciola… per a primeres cures no per a antiquats medicaments.

La farmàcia és el seu lloc. D’allí ixen. I allí arriben els que sobren. Encara que has de tenir en compte que no és un medicament una agulla, un termòmetre, una gasa, una pila, una radiografia o els productes químics. Aquests tenen una altra destinació. Així doncs, un medicament és un medicament. No ho oblides a casa.[:]

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