[:es]En otro post se ha hablado sobre la educación ambiental y el cambio educacional que supone. Sin embargo, en las sociedades regladas, educación sin legislación quedaría coja. Y la lucha contra el cambio climático –ya lo hemos dicho en otros posts– no solo es transfronteriza sino que exige una acción de conjunto en la que nada ni nadie quede al margen.
En esta línea, Ecoembes junto a otras treinta empresas de todos los sectores y tamaños acaban de hacer público un manifiesto claro y contundente para exigir una Ley de cambio climático y transición energética para transformar las economías actuales en economías bajas en carbono.
Hace ahora un año, la prensa internacional se hacía eco de que Portugal había funcionado durante cuatro días con la energía producida por el viento, el agua y el sol. Era la primera vez que esto ocurría en una economía desarrollada. Esta misma situación, aunque durante horas, se había dado en Inglaterra y Alemania, dos auténticas potencia en el consumo de energía. Ahora hemos sabido que durante el mes de marzo de 2018, Portugal ha producido más energía de origen renovable, de la necesaria para su funcionamiento. Un hito hacia el que caminan todas las economías desarrolladas y a las que deberán incorporarse el resto de las sociedades.
En este proceso de transición hacia una economía baja en carbono la responsabilidad de las administraciones públicas y en concreto del poder legislativo es básica para hacer avanzar el proceso de una manera ajustada a las condiciones de cada territorio. Y para ello es básico que se establezcan unos objetivos y se incorporen los medios y las medidas necesarias para alcanzarlos. Serán necesarias medidas sociales correctivas para evitar cualquier brecha que pudiese generarse por lo que el papel impulsor, por un lado, y moderador por otro, de la administración es básico para que la transición hacia una economía baja en carbono no genere disfuncionalidades sociales ni económicas.
Si hoy hablamos de transición es porque la necesidad de actuar desde el corto plazo es una garantía para alcanzar los objetivos en el largo plazo. De otro modo, las brechas producidas solo tienen garantizado el dolor. Garanticemos, por tanto, el futuro desde el presente.[:]