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[:es]Cómo hemos cambiado[:va]Com hem canviat[:]

[:es]Una lata de conserva tenía antes múltiples usos, como una botella o bote de vidrio. Reutilizábamos, recuperábamos y, claro, reducíamos residuos. Ahora nos sobran los motivos para regresar a aquella cultura del aprovechamiento y la minimización, para adquirir compromisos medioambientales y sumarnos a un consumo más responsable. Separar en casa los residuos que generamos o reflexionar ante un envase, una bolsa de plástico u otros embalajes que adquirimos deberían ser hábitos cotidianos.

Hemos empezado a convivir con una nueva e influyente terminología: el calentamiento global, el cambio climático, la calidad del aire, la escasez de materias primas o la economía circular. Una serie de realidades que están marcando, cada vez más, las agendas política, cultural y social del planeta. Un forma de ver la vida que debería ser un hecho real y permanente. Los últimos datos ofrecidos por The Waste Atlas advierten que en este país, cada uno de nosotras y nosotros generamos unos 450 kilos de desperdicios al año. Una media destacable porque, en muchas ocasiones, desconocemos cómo deshacernos de tantos objetos, elementos líquidos y sólidos y un sinfín de definiciones que se refieren a nuestra basura.

Nuestro cubo de la basura recibe diversas y dispersas composiciones: 40% es materia orgánica; 20% envases comerciales; 13% enseres varios; 8% envases domésticos… Además de vidrio, textil, celulosa, madera y un largo etcétera de materiales difíciles de contabilizar.

El crecimiento de la población, las pautas económicas y sociales, y otros aspectos culturales, nos han llevado al consumismo, al abuso de productos envasados, a las bolsas de plástico, a los productos de usar y tirar, a la obsolescencia programada de los numerosos aparatos eléctricos y electrónicos. Al mismo tiempo han ido creciendo los residuos. Y nos hemos instalado la pérdida de conciencia y responsabilidad ante este vertiginoso mundo del consumo.

Ahora nos vemos obligados a reciclar, reducir, recuperar residuos y, simultáneamente, proteger nuestro medio ambiente si queremos seguir generando riqueza ambiental, calidad de vida, seguir respirando o seguir alimentándonos.[:va]Una llanda de conserva tenia abans múltiples usos, com una botella o un pot de vidre. Els reutilitzàvem, els recuperàvem i, és clar, reduíem els residus. Ara ens sobren els motius per a tornar a aquella cultura de l’aprofitament i la minimització, per a adquirir compromisos mediambientals i sumar-nos a un consum més responsable. Separar a casa els residus que generem o reflexionar davant el que significa un envàs, una bossa de plàstic o altres embalatges que adquirim haurien de ser hàbits quotidians.

Hem començat a conviure amb una nova i influent terminologia: l’escalfament global, el canvi climàtic, la qualitat de l’aire, l’escassetat de matèries primeres o l’economia circular. Una sèrie de realitats que estan marcant, com més va més, les agendes política, cultural i social del planeta. Un forma de veure la vida que hauria de ser un fet real i permanent. Les últimes dades oferides per The Waste Atles adverteixen que en aquest país, cadascun i cadascuna de nosaltres generem uns 450 quilos de deixalles l’any. Una mitjana destacable perquè, en moltes ocasions, desconeixem com desfer-nos de tants objectes, elements líquids i sòlids i una infinitat de definicions que es refereixen a la nostra brossa.

El nostre poal de la brossa rep diverses i disperses composicions: 40 % és matèria orgànica; 20 % envasos comercials; 13 % estris diversos; 8 % envasos domèstics… A més de vidre, tèxtil, cel·lulosa, fusta i un llarg etcètera de materials difícils de comptabilitzar.

El creixement de la població, les pautes econòmiques i socials, i altres aspectes culturals, ens han dut al consumisme, a l’abús de productes envasats, a les bosses de plàstic, als productes d’un sol ús, a l’obsolescència programada dels nombrosos aparells elèctrics i electrònics. Al mateix temps han crescut els residus. I ens hem instal·lat la pèrdua de consciència i responsabilitat davant aquest vertiginós món del consum.

Ara ens veiem obligats a reciclar, reduir, recuperar residus i, simultàniament, protegir el nostre medi ambient si volem continuar generant riquesa ambiental, qualitat de vida, seguir respirant o seguir alimentant-nos.[:]

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