[:es]Con la nit de la cremà se dejan atrás los días cortos y las largas noches, la oscuridad de media tarde y algunos de los rigores invernales. La vida aparece en su plenitud incluso para quienes gozaron de la machadiana mirada de las gotas de lluvia tras el cristal. El wattshap y faceboock nos hacen ubicuos y acortan las distancias físicas. El ciudadano, con alguna molestia para el vecino, deja de ser pasto de las ruedas de coche y consume suelas tantas suelas de zapatilla como risas, conversaciones y placer de vivir.
Un canto a la vida que con frecuencia tiene como acompañante el botellín, en sus más variadas versiones de diseño y de contenido. El vidrio forma parte del happening que se hace presente en cualquier esquina. En cualquier terraza de bar, en las carpas de las comisiones falleras y en los casales. ¿Quién escapa a ser actor de este canto coral al placer de la vivida?
De ahí que una parte del happening requiera un compromiso activo. En concreto el que han firmado Ecovidrio y comisiones falleras de la ciudad de Valencia y algunos municipios en los que las fallas han arraigado con igual o semejante fuerza a la de la ciudad. El compromiso es recoger 100 toneladas de envases de vidrio entre más de 300 comisiones falleras. Este año se ha planteado como una competición de manera el vidriómetro contabilizará la Reciclà, es decir las cantidades aportadas por cada comisión, y el resultado final, tras una semana de competición, tendrá su recompensa en forma de una paella para 500 personas en la siguiente fiesta equinoccial, la Noche de San Juan.
Compartir amistades, etiquetar imágenes, enviar ubicaciones, acercarse a la vida para gozarla tiene durante estos días el privilegio de hacerlo visible en imágenes y también en la realidad. Ahora, además, podemos compartir nuestro compromiso ambiental depositando los botellines en los espacios preparados.[:]